Los cambios en la percepción de espacio y tiempo, las nuevas estrategias cognitivas y la interacción permanente con dispositivos tecnológicos son características propias del hombre contemporáneo, pero en los últimos años los profesores hemos ignorado el cambio de paradigma que afecta a nuestra sociedad.
Seguimos atados a la era del libro impreso como único referente de lectura y nos preguntamos por qué los estudiantes leen tan poco o por qué son tan bajos los índices en comprensión lectora, pero nos olvidamos que los jóvenes están leyendo todo el tiempo, sólo que a través de plataformas electrónicas en donde se verifica que a pesar de ser una lectura fugaz y fragmentada –de acuerdo a la naturaleza del hipertexto- los estudiantes son capaces de extraer rápidamente el contenido de cada página y evaluar si es o no adecuada a sus objetivos de búsqueda.
Esta situación es evidente cuando se observa que son pocos los elementos tecnológicos que tienen algún tipo de instructivo escrito y, en su lugar, están los manuales para usuarios en versión on-line o bien tutoriales que permiten que se aprenda fácilmente a manejarlos. Por otra parte, las políticas educacionales en los diferentes países han intentado incorporar el uso de las Tecnologías de la Información y Comunicación como una herramienta para optimizar los resultados académicos de jóvenes y niños.
En Chile, el proyecto Enlaces que depende del MINEDUC ha resultado bastante eficiente en la incorporación de dichas tecnologías en establecimientos educacionales de todo el país a través de plataformas que permiten a profesores y alumnos utilizar diversas herramientas. De la misma manera, la capacitación constante a través de talleres que se realizan periódicamente, constituyen una excelente oportunidad para conocer y aplicar diferentes propuestas educativas que estén acordes a la educación del siglo XXI. No obstante lo anterior, estos esfuerzos no resultan suficientes si los profesores de los diversos niveles de enseñanza no consideran las nuevas habilidades y destrezas de quienes han nacido en ambientes tecnológicos.
La formación inicial docente solo en los últimos años ha abordado el tema con objeto de integrar las tecnologías de la información y la comunicación al proceso de enseñanza-aprendizaje y, en el caso de Europa, se han realizado mediciones respecto de la incorporación de las TIC en la formación inicial docente (Perrenoud, 2001; Kirschner y Davis, 2003; Enochsson y Rizza, 2009; Enochsson 2010; Ananiadou y Rizza, 2010), pero estos trabajos se han focalizado más en las herramientas digitales que en el ecosistema comunicativo que justifica el uso de las TIC.
Poco se ha investigado al respecto y prácticamente todas las propuestas pueden llevarse a cabo con lápiz y papel o con el pizarrón, porque no se han considerado las actuales características cognitivas de los jóvenes. Por esta razón conviene ir más atrás en este proceso y analizar conceptos tales como conocimiento y aprendizaje.
Ante la pregunta ¿para qué se aprende? o, dicho de otra manera, para qué sirve el cerebro (de cualquier especie), el neurólogo Jaime Lavados (2009) afirma que es posible responder que su principal función es anticipar, esto es, adelantarse a los acontecimientos para hacer más eficiente el uso de recursos. Permite ajustar conductas adecuadas a un ambiente definido, adelantar, programar, planear, hacer proyectos, por lo cual para anticipar con éxito y generar conductas apropiadas es necesario conocer y saber, entendiendo que saber es más que conocer.
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